domingo, 25 de enero de 2009

Programa 04 del 24 de enero de 2009

FUNCIONALIDAD y VIDA INDEPENDIENTE

Seriado al programa de la semana pasada, la funcionalidad del cuerpo para responder a las necesidades que la vida diaria nos reclama, no es posible sin hablar del ejercicio físico.
La funcionalidad es la capacidad e independencia con que un individuo realiza sus actividades de manera autónoma y satisfactoria para si mismo. El realizar la tarea más sencilla exige un mínimo de capacidad física, capacidad cognitiva y capacidad emotiva, así como de un entorno accesible y recursos sociales que lo apoyen.
De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud, el anciano funcional es aquel que realiza de forma independiente todas las actividades básicas de la vida diaria como son el trasladarse, alimentarse, asearse, vestirse y tener control de los esfínteres, también debe tener la capacidad de realizar o ejecutar actividades instrumentales de la vida diaria, como son el manejo de cuentas y dinero, realizar compras, manejo de tecnología domestica como el teléfono o reproductores electrónicos, el uso de la lavadora o el propio lavado de la ropa, elaboración de alimentos, el uso de transporte privado o público, así como la capacidad de satisfacer sus deseos y placeres.
Cuando hablamos de un abatimiento funcional o una disminución de la misma, estamos hablando de la pérdida de alguna capacidad funcional, ya bien puede ser física, mental, emocional o social, lo cual afecta sensiblemente la vida del adulto mayor como la de su familia.
Desde una perspectiva funcional, un adulto mayor “sano” es aquel, que es capaz de enfrentar el proceso de cambio a un nivel adecuado de adaptabilidad y satisfacción personal.
De esta forma, el concepto de funcionalidad es clave dentro de la definición de salud para el anciano, por ello la Organización Mundial de la Salud desde 1982, propone como el indicador más representativo de la salud para los adultos mayores: Es su estado de independencia y capacidad funcional.

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