domingo, 13 de febrero de 2011

Programa 07/11 del 13 de Febrero del 2011

NUTRICIÓN
cambios normales durante la vejez
Invitado: Lic. Horacio Valdovinos Sánchez
Desde una perspectiva de envejecimiento normal, entendiendo a este como un proceso de declinación gradual de capacidades sin estar condicionado por una enfermedad crónica o degenerativa, los cambios más evidentes que una persona experimenta en torno a su proceso de digestión son las perdidas dentarias, así como una disminución en la producción de saliva que limitan, ambas, la capacidad de masticación y el primer paso del proceso digestivo; este proceso además se puede volver más lento, tanto en el aspecto de motilidad y excreción, como en la capacidad de absorción de los nutrientes.
Esta disminución en la capacidad de absorción es uno de los riesgos más altos para que un adulto mayor desarrolle algún tipo de anemia y en consecuencia sufra daños o complicaciones en su salud.
Particularmente son las proteínas las que pueden llegar a tener más dificultad de digerirse y absorverse; una deficiencia de proteínas se identifica con perdida de masa y de fuerza muscular, lo que compromete a la persona a sufrir caídas y lesiones. Esto tiene una relación directa con el ejercicio físico, poca actividad física enlentece el metabolismo y reduce la capacidad de absorción, esto se vuelve un círculo vicioso: la falta de fuerza física limita el ejercicio, y la falta de este limita la capacidad de absorción de nutrientes y la falta de estos merma la capacidad física. La piedra angular es el ejercicio físico cotidiano.
Sin embargo debemos tener en cuenta la buena absorción de todos los grupos de nutrientes: Minerales, vitaminas, lípidos y las mencionadas proteínas; cualquier disminución en el consumo y en la absorción se vera reflejado en el desempeño de las funciones del cuerpo; algunos minerales son básicos para mantener el equilibrio metabólico del cuerpo: calcio, sodio, potasio, magnesio, hierro, entre otros. Que decir de las vitaminas, imprecindibles en el consumo diario.
Lo recomendable es el consumo sin distinción de todos los grupos de alimentos en forma equilibrada y en raciones limitadas; carnes, lácteos y leguminosas como fuente de proteínas, incluído el cereal del amaranto con proteínas de alta calidad; las verduras y frutas de preferencia frescas y crudas, son la mejor fuente de vitaminas y minerales, así como de fibras dietéticas (solubles y no solubles); en cuanto a los lípidos se recomienda evitar los de origen cárnico y consumirlos a través de frutos secos: nuez, almendra, cacahuate, piñones, etc. o frutas como el aguacate.
Mención especial tiene el consumo de agua, que en algunos casos, su escaso consumo es el responsable de la mala absorción y del tránsito lento de los alimentos en el proceso digestivo, un consumo mínimo de 1.5 a 2 litros de agua pura todos los días, ayuda a mantener tanto la hidratación necesaria como un buen proceso del sistema excretor para la eliminación de toxinas.
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