Nuestro invitado con una larga y exitosa carrera en la salud pública, es hoy un adulto mayor con orgullosos 75 años de vida; aún cuando es un profesionista jubilado se mantiene activo y colabora actualmente en el diseño de políticas en derechos humanos para el ISSSTE, y esta vinculado al desarrollo de la Gerontología por razones propias y profesionales.
Recuerda que desde hace 30 años, o más quizá, ya se conocía, en los ámbitos de la salud pública, el fenómeno demográfico que México viviría en los siguientes años, se tenía ya la certeza de la transición que hoy ya es realidad; menciona que para entonces se veía la planificación familiar y el control de algunas enfermedades de carácter infectocontagioso como un éxito de las políticas públicas de salud y, que estos avances traerían como consecuencia un aumento en el promedio de esperanza de vida y una transición demográfica, pero no se aplicaron con el mismo interés las políticas relativas a preparar al país para su envejecimiento poblacional.
Hoy se trata de que no se convierta esta situación en el "fracaso del éxito", el éxito de vivir más años pero con una mala calidad de vida. Para entender esto es necesario observar este fenómeno de manera integral, ya que no solo es un problema de salud, sino que tiene que ver con lo social, con lo económico, con la marginación, con la violencia hacia los viejos, con la falta de oportunidades para toda la población y sobre todo con la pobreza, porque para que una persona cuide de su salud debe tener alimentación y habitación seguras y adecuadas.
Ya desde entonces se sabía también que entre los años 2000 y 2020, México tendría por última vez en un largo tiempo un "bono demográfico", esto es, la mayor cantidad de población en edad productiva, entre los 18 y los 45 años, y que durante este periodo de tiempo, llamado "ventana de oportunidad", el país podría prepararse para enfrentar su envejecimiento.
Han transcurrido diez años y si no se corrige el rumbo en diez años más el problema será prácticamente irresoluble, esta situación no es solo responsabilidad del sector salud o de algún sector en particular sino del más alto nivel de decisión, se requiere su sensibilización para que como lo contempla la Ley de los Derechos de la Personas Adultas Mayores, se impulse a todos los sectores y secretarías a que participen en coordinación. Claro que para esto la Ley debe ser reglamentada, ya que 8 años no han sido suficientes para que el ejecutivo elabore su reglamento. La organización de la población envejecida es otra necesidad para presionar a los niveles de decisión a implementar medidas que atiendan tanto a la población de viejos como a las generaciones que vienen detrás.
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